Uno de los eventos más conocidos de la historia de España es, sin duda alguna, la guerra de sucesión al trono acontecida durante el principio del siglo XVIII, consistente en el enfrentamiento entre los fieles al futuro rey, Felipe V de Borbón, y sus oponentes, cuyo candidato al trono era el archiduque Carlos de Austria.
Como guerra que es, mucho se ha discutido sobre las distintas estrategias diseñadas por ambos bandos, el movimiento de tropas y los usuales juegos diplomáticos en los que participaron las distintas potencias beligerantes. Sin embargo, hay un aspecto de la misma bastante menos explotado y mucho más crucial: cómo el resultado definió el modelo de estado dominante durante los siguientes trescientos años de historia española.
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Mapa de la guerra |
Y es que ambos bandos, uno liderado por Francia y el otro por el Sacro Imperio Romano Germánico, tenían visiones completamente opuestas, especialmente por lo que a la administración territorial respecta.
El sistema francés consistía en un modelo centralista, donde las decisiones de estado son tomadas por una única burocracia desde la capital del país. Las ventajas que se le suelen atribuir a este método son las de una economía nacional más coordinada y una planificación única, además de un poder político singular.
Mientras tanto, el modelo del Sacro Imperio Romano Germánico era uno caracterizado por la fragmentación de la autoridad territorial, cuyos gobiernos variaban desde principados y ducados hasta ciudades libres que contaban con una gran autonomía.
Después de la firma de varios tratados y numerosas concesiones, Felipe V instaló un gobierno de influencia gala. Su primer gran proyecto fue la promulgación de los Decretos de Nueva Planta, que suprimieron los derechos especiales de los territorios que se opusieron a su régimen durante la guerra, dando un giro crucial a la administración política y económica en España.
Se podría considerar que, tratándose de eventos que ocurrieron hace más de tres siglos, no es posible que su relevancia sobre las políticas actuales sea muy elevada. Sin embargo, no tenemos más que echar un breve vistazo al estudio del Índice de Autoridad Regional realizado hace dos años para descubrir que el nivel de autoridad de los gobiernos regionales de Alemania (principal heredera del Sacro Imperio) es casi el doble del que disponen en Francia. Una prueba más de la importancia política y económica de la historia.
Por Juan Márquez Sánchez
Por Juan Márquez Sánchez
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