Por Rodrigo Asencio Camacho
Karl Popper, importante filósofo del siglo XX, es autor de diversos libros muy influyentes - el más destacado es La sociedad abierta y sus enemigos -. Podemos encontrar aportaciones del filósofo sobre multitud de temas, a destacar los sociales y políticos.
Popper, quien se autoconsideraba comunista en su juventud, fue un opositor del totalitarismo, y en particular del marxismo ya que no toleraba las muertes que la ideología podría justificar por la revolución. Defensor de la democracia, también se oponía a las ideas de Platón.
En el ya mencionado libro - La sociedad abierta y sus enemigos - expone la paradoja de la tolerancia: la tolerancia ilimitada nos lleva a la desaparición de la tolerancia. Aquellas ideas tolerantes acaban destruidas precisamente por tolerar ideas intolerantes. Esto no justifica la prohibición de ideas intolerantes, pero sí deben ser combatidas mediante argumentos y diálogo para que estas queden anuladas.
En su crítica al historicismo, Popper lo define como un punto de vista sobre las ciencias sociales que supone que la predicción histórica es el fin principal de estas, y que supone que este fin es alcanzable por medio del descubrimiento de los ritmos de las tendencias que yacen bajo la evolución de la historia. Las leyes del comportamiento de estas entidades sociales no pueden ser cuantitativas sino cualitativas. No podemos hablar en las ciencias sociales de cambio sin suponer una esencia que no cambia. A esto Popper lo llama esencialismo metodológico, consistente en describir clara y propiamente a las entidades sociales, distinguiendo lo esencial de lo accidental.
Por Rodrigo Asencio Camacho
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