La capacidad de creación de riqueza de un país se asienta sobre su capacidad de producción, cuyas bases son los sistemas de producción y los recursos de los mismos.
Mientras que lo primero es creado debido al emprendimiento del hombre, el origen de los recursos no elaborados por este se escapan de sus manos. Estos recursos son los llamados recursos naturales.
Debido a la lógica búsqueda de sustento y prosperidad de la especie humana, esta es capaz de colaborar y enfrentarse entre ella con el fin de obtener dichos tesoros del planeta Tierra y, ya que cuentan con una naturaleza limitada, al final la opción predominante suele ser la última.
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Índice de Paz Global (2015) |
Sólo tenemos que echarle un vistazo a los países con menor "estado de paz" para comprobar que estos disponen de grandes reservas de recursos naturales.
De los 10 países con mayores reservas de petróleo del globo, nueve de ellos se encuentran en estado de guerra, pobreza extrema y/o bajo el yugo de un gobierno no democrático. Lo mismo ocurre con los 10 países con más gas natural.
Muchos argumentan que esta "maldición" que pesa sobre estos regalos de la naturaleza es una característica única del crudo y el metano, o, incluso, que la violencia e inestabilidad derivados de estos tiene origen en la cultura corporativista expandida a lo largo del Occidente durante el último par de siglos; pero lo cierto es que estas hipótesis se derrumban sin mucho ajetreo.
Si nos trasladamos a la America precolombina ya podemos descubrir que las distintas facciones indígenas (que poco de corporativista tenían) se enzarzaban en terribles disputas por el control de las fuentas de oro y plata y las distintas rutas comerciales.
Sin embargo, nunca se ha oído hablar de alguna guerra por la energía solar o por la hidráulica, a pesar de que estas son capaces de aportar beneficios igualmente (los cuales se encuentran en crecimiento gracias a la innovaciones tecnológicas).
Por lo tanto, podemos concluir que lo que hace a un recurso fuente de disputa no es su capacidad como combustible ni la mentalidad humana, sino la escasez del mismo. No existe un número máximo de paneles solares que podamos construir y alimentar; pero sí de refinerías y minerías.
Una vez identificado el origen del problema, ¿cuál es la alternativa?
Esperar a que se agoten las fuentes de estos mismos recursos sería algo imprudente debido al tiempo de espera y a que este sistema se basa en la esperanza de que, en algún momento de nuestro futuro, no quede ni un sólo regalo maldito por el que combatir; y la idea de sustituirlos por energías renovables sólo es aplicable a las propias fuentes de energía, ignorando recursos como los metales preciosos o la cada vez más preciada agua.
Por ello, con el fin de tener en cuenta todos los campos de la oferta y a la necesidad de la demanda, la única opción factible para la sociedad actual consiste en la promoción del comercio y la coordinación entre los distintos países a través de sus instituciones, facilitando el intercambio de bienes y volviendo más barato comprar estos recursos que matar por ellos.
Por Juan Márquez Sánchez
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